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Un formato que conmueve
Camila Fabbri*

El hecho artesanal parte de la mano que lo obra. Sea bueno o malo su resultado, el plus que le da el trabajo de la mano humana es indiscutible. Finalmente se obtiene algo que antes no estaba, el producto final existe porque así lo dispuso el creador. La realización parte del deseo: poner un nuevo objeto en el mundo. En ese deseo, no intervienen elementos monetarios ni ventajas concretas. Del hecho editorial artesanal nace un libro, y bajo la forma del deseo, el libro se convierte en un objeto irrepetible.

Cuando algo empieza a existir, existe por efecto, su tiempo. El tiempo para las editoriales artesanales es incierto: la publicación autónoma es un hecho que ocurre hace bastante. Pero, como hecho mismo, es hoy que se le está gestando un espacio respetado. Un espacio que se ganó con ese mismísimo tiempo -para nada muerto- que dio lugar a la publicación artesanal como un hecho literario en sí mismo.

Dentro de las editoriales artesanales que en este momento están publicando libros, una de las pioneras que generó su propia trascendencia –y eso es un fruto- es la Editorial Funesiana. Según un texto que publica Lucas Funes Oliveira (creador y padre de la Editorial) en el blogspot de la misma: en el año 2006 es que empezó todo. Él, junto a Juan Terranova (escritor que lleva publicados varios títulos en diversas editoriales) y un dinero destinado a eso, activaron lo que en principio sonaba a idea ambiciosa. El primer libro editado fue Escolástica Peronista Ilustrada, de Juan Godoy. Lo particular de la primera aparición en el mundo de este libro, es que su formato estaba diseñado a mano. Lo inverosímil está en que la única traba para llevar a cabo el proyecto parece que estaba en aprender a usar un programa de diseño en computadora. Ese obstáculo se esfumó, la magnitud de ese problema nada tenía que hacer con las ganas de estrenar un proyecto propio. Es decir, nunca existió una traba real (obviando la económica, ya que una editorial así pide –por lo menos en un principio- que se la financie con lo que no y con lo que sí). Una vez ahí, las tapas se empezaron a coser, y una vez que el libro estaba terminado, salía a la calle. Hoy la cosa circula, respaldada por un nombre (lo máximo a lo que puede apuntar una editorial) tener un nombre y recostarse en él. Seguir haciendo, respaldado por ese título que se adquiere con el tiempo y la aceptación del medio que lo lee, lo consume, lo degusta, lo devora: lo recomienda. Y ahí el conocido boca a boca, la producción ya no se detiene.

Además de esta concatenación de hechos que trajeron a la Editorial Funesiana, hay cuatro historias más. Es decir, hasta el momento al menos cinco editoriales parecen haber logrado la circulación más firme: Ediciones Vox, Clase Turista, Eloísa Cartonera, Ediciones Chapita y- la antes mencionada- Editorial Funesiana. Existen infinitas más que se darán a conocer más adelante. Todo es cuestión de tiempo, incluso con las publicaciones autónomas.

Ahora sí, el objeto.

La producción artesanal de libros, dio lugar a un concepto que es aún poco reconocible “el libro objeto”. La forma artesanal valoriza ambos términos, que en sí son inmensos, y están dejando de ser independientes uno de otros. El objeto es el libro y no es otra cosa, a contrapuesta de pensar al libro como un objeto más. Un agregado de tantos otros objetos que nos envuelven y configuran así un escenario habitable- o no- en el peor de los casos. O en el peor de los libros.

Los libros fabricados a mano tienen una dedicación en su elaboración que abren un panorama en el trabajo editorial: el contacto con el lector, la presentación y puesta al mundo del autor. El libro se vuelve una pieza única e irrepetible, porque el envase que lo contiene trae detrás un trabajo elaborado, y la conjunción entre libro-contenido se valora de otra forma. No se ve detrás el trabajo editorial clásico, la empresa multinacional que lo sustenta y los miles y miles de ejemplares iguales: idénticos. Acá se percibe un hecho único, pocos libros lanzados al globo, de los cuales uno nos pertenece. Fue diseñado para la biblioteca propia. El autor lo autorizó de ese modo, el lector no sólo recibe el contenido del escrito, sino también la inclinación de ese mismo autor por los colores, las formas, el objeto libro en sí. Se abre un nuevo vínculo, más posible, con el producto terminado. Con la obtención de un libro de éstos se da fin- de por vida- a la costumbre de que los libros deben circular. El libro artesanal se convierte en un objeto permanente, y propio. Y eso resulta, en sí mismo, un hecho conmovedor.

Ediciones Clase Turista –editorial argentina con extensión a España- propone una contrapuesta a la digitalización de la lectura, reivindicando el trabajo artesanal de cada ejemplar que publica. Lo particular de sus libros está en cómo vinculan la temática del contenido con la tapa que lo contiene. Actualmente en su colección existe un libro de poesía con temática navideña, y su envoltorio da la impresión de que el libro es un regalo de este hecho cristiano en sí mismo. Un paquete que podría encajar perfectamente bajo el árbol. Publican también un libro que se titula Amas de casa calentonas, envuelto en un repasador de cocina actual y porteña.

Editorial Vox publica poesía argentina y latinoamericana. Tiene una forma similar a la de Clase Turista, las dos combinan en forma equitativa las artes plásticas con las literarias. Hechos artísticos que suelen vincularse poco, pero cuando la forma artesanal los sustenta, se dan resultados únicos. Hacen pensar que ese libro debe ser así, en conjunción con esos colores y esas formas. Publicarlo a la manera clásica sería un desperdicio en sí mismo, y un cincuenta por ciento de esa publicación estaría perdiéndose.

La editorial Chapita sustenta su propio diseño-común a todas las publicaciones exceptuando algunos detalles-. Según Daniel Durand (editor, junto a Matías Heer) Chapita es una editorial hogareña. Publican autores argentinos y latinoamericanos. Utilizan dinero de su propio no bolsillo, y crean ediciones sencillas en su casa con impresora. Editan autores jóvenes argentinos-promedio de 25 años-. El libro terminado trae una chapita incrustada, el diseño mismo le dio el nombre. En este caso, el autor no opta por el arte del libro- es un arte en sí misma que trae el sello de la editorial- la chapita- La prueba de que ese libro es único, irrepetible, y auténtico de esta editorial. Actualmente llevan publicados más de 1500 libros. Más de 1500 formas, chapitas, y colores.

Eloísa Cartonera tiene su sede en La Boca, Buenos Aires. Sus libros tienen todos los mismos formatos: tapas de cartón recogido por cartoneros que aportan lo recolectado a un fin literario. Tapas con letras impresas a mano y en colores témpera. En el caso de Eloísa Cartonera el toque final no está puesto en el diseño. La publicación artesanal parte de la poca –por no decir nula- capacidad económica para poder divulgar autores y que ellos se auto-divulguen. Parecería que para esta editorial, el principal disparador fue generar la forma más económica y pluralizable de hacer circular la literatura propia y de autores colegas. El producto final se vuelve un objeto único a sabiendas de esta característica, termina resultando conmovedor el empeño que se puso en que lo escrito debe circular- no importa de qué modo y entre tapas de qué calibre-. Todo esto a contrapuesta de las demás editoriales nombradas, que bajo los mismos impedimentos económicos, vuelven único al objeto por la originalidad de su elaboración. Pero, siendo esta u otra la principal característica, todas las publicaciones de estas editoriales provocan lo mismo en el lector: interés por el contenido y deseo de poseer un objeto en sí mismo- con su estética dedicada y elaboración a pulmón pleno.

*Autor
Camila Fabbri nació en Buenos Aires en 1989. Estudió dos años en el Iuna de arte dramático. Actualmente cursa el CBC para la carrera de Letras. Trabaja en teatro como actriz, y se forma para directora. Hace un taller de narrativa y dramaturgia con Romina Paula. Se forma en actuación con Julio Chavez. Dirige una obra teatral que tendrá estreno durante el 2010. Colabora en la revista de reseñas literarias Los asesinos tímidos.