Generación Hip-Hop. De la guerra de pandillas y el grafiti al gangsta rap, de Jeff Chang
(Ed Caja Negra, 2014)
Esta es una historia
no ficcional de una ficción.
Jeff Chang
(Nota del autor: Me hubiera gustado disponer de más tiempo para pensar y redactar una reseña más interesante y exhaustiva y sobretodo mejor escrita -el libro así lo requiere por su complejidad y su belleza- pero lamentablemente no pude. Lo que aquí dejo son algunas ideas sueltas, improvisadas de la noche a la mañana. Dejemos que el espíritu del Mc me habite, esperemos que el beat me guíe.)
Iou, iou
Después de muchos años de constancia el hip hop se impuso en nuestro país como un modo de ver el mundo para muchos. Cruzando clases sociales y geografías, gran cantidad de jóvenes nacieron bajo su órbita y lo eligieron como modo de pararse frente a una realidad que siempre requirió de mapas para ser interpretada y accionada. Narran y codifican infancias (http://bit.ly/1w2hDBE o http://bit.ly/1qkDa00), borracheras, amores, obsesiones. Rapean sobre la ciudad y sus trenes. Sobre el cuelgue, los barrios y la policía. Sobre el orgullo o simplemente sobre pasar un rato con amigos. Algunos hablan de la Mona Gimenez y el cuarteto, otros sobre la amistad o la violencia. A veces se ocupan de los problemas más acuciantes de la sociedad y en otras oportunidades de las consecuencias personales que estos tienen sobre las biografías individuales.
Lo nuevo, hoy, es su expansión a personas tan diferentes como alejadas en el espacio. Córdoba, Rosario, Mendoza, Mar del Plata, Buenos Aires, El Conurbano, La Plata. Cada ciudad tiene su movida. En cada movida hay diferentes estéticas, búsquedas independientes. El espíritu colectivo muchas veces desborda y se vuelca en filmaciones, colaboraciones, ranchadas, riñas y competencias. Lejos en el tiempo de los primeros pasos de esta cultura, Argentina se inserta como sample en el loop imparable que viene vuelteando desde Kingston, Jamaica, pasando por el South Bronx de NY, rebotando en Londres, Los Ángeles, y así...desde el principio de los tiempos. Desde el principio de estos tiempos.
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Jeff Chang es un periodista norteamericano de ascendencia china y hawaiana que a través de este monumental libro -no solo por su cantidad de páginas, 600, si no por la cantidad abrumadora de datos, nombres, conexiones y referencias- intenta restituir las piezas faltantes en la génesis de una cultura que quedó estigmatizada por el estereotipo del negro astuto, ilícito, misógino y ostentoso. En ese intento logra muchas cosas más.
Generación Hip-Hop es uno de esos libros casi imposibles de leer de corrido. No por aburrido -su prosa ágil con momentos de intensa belleza levanta las revoluciones del lector más frío y ajeno- ni siquiera porque su lectura lleva a querer buscar en internet cada nombre, foto, obra, canción, paso de baile, y muchos etc. que nombra. Lo que lleva a bajar el libro y levantar la mirada -o cerrar los ojos- párrafo tras párrafo son las ideas que el texto sugiere constantemente. Así se desplazan en la mente del lector más despierto teorías sobre la historia, la sucesión de generaciones, la cultura, la transformación/reducción de todo a información, los derechos de autor, el urbanismo, el mercado, la música, la esencia y la diferencia o sobre el lenguaje (esta no es la primera ni la última enumeración larga de la reseña pero a agarrarse porque eso es exactamente lo que genera la lectura). Relaciones imposibles, nombres que se transforman, citas sin autores -incluso de una disciplina a otra diferente-, influencias, comics, westerns, el kung fu, películas, el mercado del arte. Todo servido en forma de sample para que cada uno lo remixe en su cabeza.
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Can’t stop, won’t stop (tal es su título original) es muchas cosas a la vez. En primer lugar, el hecho de que sea un libro sobre hip hop implica que se ocupa de sus cuatro disciplinas o elementos: rap (el fraseo rimado), dj (el arte de generar beats), B-boy (el baile) y graffiti (el muralismo). Es un libro de historia pero también es una gran crónica construida en base a cientos de entrevistas. En ese sentido no cesa de vincular y alternar entre las pequeñas biografías aparentemente intrascendentes y los grandes sucesos de la política y la economía. Lo que los del norte llaman la Big Picture. Es también un libro de crítica de arte en el mejor de los sentidos: genera mapas, relaciones, jerarquías. Puede ser pensado también como una etnografía o incluso como un libro poscolonial puesto que señala los procesos de herencias, apropiaciones y traducciones culturales en varias dimensiones de la existencia y, sobretodo, por la importancia de la cuestión racial entre los blancos, los puertorriqueños, los negros, los jamaiquinos, etc. Importancia que se vincula directamente con otra de las dimensiones en la que puede ser leído: la cuestión urbana. El primer capítulo sienta las bases para ello al comenzar describiendo las políticas públicas urbanas del municipio de New York y sus catastróficas consecuencias para la población negra y pobre. Los incendios, disturbios y apagones que describe Chang poéticamente recuerdan a los mejores pasajes racistas y apocalípticos de James Ellroy. Este escritor de policiales volvería a samplearse en la cabeza de quien suscribe al avanzar el libro y conectar la CIA, al nefasto señor Hoover y a los movimientos negros de liberación como parte del trasfondo. Otra manera de leer el libro es en sintonía con Las cárceles de la miséria, de Loïc Wacquant. Allí el francés describe la política de tolerancia cero y la teoría de la ventana rota que la sustenta, implementadas en Nueva York durante los 80s. Segregación, racismo, negligencia benigna. Todas piezas fundamentales que los negros y latinos del South Bronx van a usar a su favor para pasar el tiempo, construir identidad, sentir orgullo y armar fiestas.
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Unas últimas palabras. Esta vez sobre su estructura. Más allá de los loops formales que señala el índice, el libro guarda esa lógica en su avanzar circular. La linealidad del relato es más bien volver nuevamente al comienzo agregando cada vez más samples al loop, cada vez más piezas a la historia que cambian el funcionamiento del loop anterior. Algunos samples se abandonan, otros quedan flotando como eco. Es una gran ópera dub con cientos de oradores que van incorporando, administrados por la mano virtuosa de Chang, elementos que redistribuyen los pesos del resto. Como lector se entra al loop a mediados del siglo pasado en Nueva York para instantáneamente girar a Jamaica, donde esperan Marley, Tosh y Lee “Scratch” Perry. Una vuelta y volvemos a NY donde entre giro y giro Clive Campbell va sumando capas hasta ser rebautizado como Dj Kool Herc, el primero que notó que la gente se volvía loca con los breaks -así se llama en jazz al pasaje entre una melodía y otra-. Con lo cual, en vistas de agitar las fiestas caseras y callejeras, empezó a articularlo en lo que más tarde serían los primeros beats. Una vuelta más y se incorpora la danza, otra y se incorpora el rap. Otra y se samplea un neo-africanismo futurista de la mano de Afrika Bambaataa y la Zulu Nation. Un par de vueltas después y aparece el grafiti, más tarde la policía y más tarde el mercado elitista del arte del downtown. Y así…
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Para aquellos interesados en el hip hop este libro es ineludible. Para el resto quizás lo más valioso que puede decirse es esto: más allá de todo lo que aquí arriba se propone, el libro narra la epopeya homérica en la que se metieron un puñado de pibes y pibas negros y latinos de 10 a 20 años durante los 70s en un barrio ignoto, perdido e invisible de New York. Epopeya cuyos alcances inauditos, impensados para esos niños callejeros que solo buscaban divertirse, conquistan hoy, en este nuevo loop histórico, los mercados mundiales y las esquinas de todos los barrios.
Javier Garat no sabe que poner en su Bio. Podría hablar de su carrera universitaria o de su trabajo pero no cree que nadie le interese. Podría hacerse el gracioso pero duda de poder hacer reír a alguien en estos tiempos tan cínicos. Se va a limitar a decir que hace un tiempo que trabaja en una novela de piratas situada en Merlo en un futuro cercano. Solo tiene 5 páginas escritas.